Un único segundo
El tiempo corre.
Aunque tú estés quieto.
Es
imparable.
¿O no?
Miras tu reloj. Es antiguo, de bolsillo con su cadena. Las
agujas van lentas, muy lentas, mientras imaginas que puedes acelerar su
movimiento. ¿Por qué cuando esperas no va igual que cuando desesperas? Observas
el cielo, comparas la velocidad de las nubes blancas con la de las agujas
oscuras. Ojalá fueran tan deprisa como las nubes.
No puedes hacer ir más rápido
al tiempo.
Metes el reloj en tu bolsillo.
Vuelves a alzar la mirada.
Y echas a
correr.